La economía en marzo de 2018

Hermann González

¿Con qué situación económica se encontrará quien gane las elecciones este 17 de diciembre? Desde el punto de vista externo, el nuevo gobierno verá un crecimiento mundial robusto y sincronizado, con un mundo sin presiones inflacionarias, con tasas de interés bajas, aunque en un gradual proceso de normalización y, de no mediar sorpresas desde China, con un muy buen precio del cobre. Es decir, se encontrará con un favorable escenario internacional, algo siempre bienvenido desde el punto de vista de la conducción económica.

Localmente, quien asuma en marzo se encontrará con una economía que inicia un gradual proceso de recuperación, apoyada por las mejores perspectivas para la actividad minera y con una incipiente normalización de los indicadores de confianza, tras varios años de pesimismo. Una economía que tiene el desafío de dejar atrás cuatro años de caída de la inversión y pobre crecimiento económico, cuatro años de caída de la productividad, aumento de la precariedad del empleo y deterioro de las cuentas fiscales.

El próximo gobierno se encontrará también con una economía con pocos espacios para un apoyo adicional de las políticas económicas. De esta forma, el crecimiento y la creación de empleos serán como siempre, pero con mayor razón a partir del próximo año, particularmente dependientes de la iniciativa privada. Por un lado, la política monetaria tiene pocos espacios para seguir contribuyendo a reducir el costo del financiamiento y a tener un tipo de cambio más competitivo. Por otro lado, la política fiscal parece haber agotado todos los espacios que tenía y deberá necesariamente iniciar un proceso de consolidación, a menos que se quiera asumir el costo de seguir aumentando la fracción del presupuesto destinada a pagar intereses y enfrentar nuevas rebajas en la clasificación crediticia. Si se produce este proceso de consolidación fiscal veremos una reducción de la fuerte injerencia en el desempeño de la demanda y en la creación de empleos que ha tenido el gasto público durante los últimos años.

Será fundamental que se consolide el proceso de recuperación de confianzas iniciado en los últimos meses, para comenzar a partir del próximo año un ciclo de crecimiento de la inversión, de creación de empleos privados formales y aumentos sostenibles de las remuneraciones. Para lograr esto, se necesitan señales claras de una conducción económica seria, prudente y responsable, guidada por criterios técnicos, no por ideologías. Pero por sobre todo, se necesita una conducción económica que promueva iniciativas que cuenten con apoyos amplios en la sociedad, ya que esta es la única forma de garantizar que ellas gocen de legitimidad en el futuro.

El foco de la próxima administración debe estar en el crecimiento de largo plazo y en llevar a la práctica iniciativas para impulsar el aumento de la productividad y aumentar la participación de la mujer en la fuerza de trabajo. Profundizar la competencia en los mercados; promover una mayor vinculación de las empresas con los centros de educación técnico-profesional; desarrollar infraestructura para el desarrollo y un Estado más moderno y eficiente deben estar en la parte alta de las prioridades de un equipo económico que pretenda poner a Chile de vuelta en el camino del desarrollo.